«Un chavista menos», dice.
Y sonríe. Le digo que ese enunciado es igual a: «un palestino menos», «un judío
menos», «un negro menos», «un homosexual menos», «un socialista menos», «un…
menos». Me mira y veo que no entiende. No sabe que le han enseñado a no
entender. No sabe que con ese enunciado la han asesinado también. No entiende (no puede)
que ya está muerta.