lunes, 15 de diciembre de 2014

15 años de la Constituciónde la República Bolivariana de Venezuela



Crónicas 2014, 15-12-2014

15 años de la Constitución Bolivariana

Gritaba Jorge Olavarría en la Asamblea Nacional Constituyente (1999), que no se podía incluir a las lenguas indígenas venezolanas como oficiales, con el castellano, en el artículo 9 de la Constitución. Desesperado chillaba que las lenguas indígenas venezolanas "no eran lenguas porque no tenían escritura". Vociferaba su ignorancia oligarca y su miedo al Pueblo venezolano haciéndose Constitución. La oligarquía fascista tiene 15 años en guerra contra los venezolanos. Los bolivarianos y chavistas tenemos 15 años en unidad, lucha, batalla y victoria haciendo vida cotidiana la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.


jueves, 20 de noviembre de 2014

¡Que nadie se canse!



Crónicas 2014, 20-11-2015

¡Que nadie se canse!

Llegan en 2 carros. Dos cuarentones y seis jóvenes vociferan su propaganda amarilla y negra. La gente les precisa, pero no les para: siguen comprando verduras, frutas y disfrutando sus conversaciones. Los amarillos, ante su imposibilidad de comunicar algo, se incomodan y muestran su «arrecherra». Vencidos por la indiferencia de la gente, los amarillos se van hacia sus carros. Uno se voltea y grita, haciendo evidente su fascismo/racismo, «¡entonces muéranse de hambre, muertos de hambre!». Una voz alta, clara y digna del pueblo recorre el aire sin responderle: «¡Que nadie se canse! ¡Unidad, lucha, batalla y victoria!». 




miércoles, 8 de octubre de 2014

FASCISTA




«Un chavista menos», dice. Y sonríe. Le digo que ese enunciado es igual a: «un palestino menos», «un judío menos», «un negro menos», «un homosexual menos», «un socialista menos», «un… menos». Me mira y veo que no entiende. No sabe que le han enseñado a no entender. No sabe que con ese enunciado la han asesinado también. No entiende (no puede) que ya está muerta.


martes, 26 de agosto de 2014

LOS AUTONAUTAS DE LA COSMOPISTA



Carol Dunlop y Julio Cortázar

(Muchnik Editores, 1984)



Post-scriptum, diciembre de 1982.

Lector, tal vez ya lo sabes: Julio, el Lobo, termina y ordena solo este libro que fue vivido y escrito por la Osita y por él como un pianista toca una sonata, las manos unidas en una sola búsqueda de ritmo y melodía.

Apenas terminada la expedición, volvimos a nuestra vida militante y partimos una vez más a Nicaragua donde había y hay tanto que hacer. Carol reanudó allí su trabajo de fotógrafa mientras yo escribía artículos para mostrar en todos los horizontes posibles la verdad y la grandeza de la lucha de ese pequeño pueblo que infatigablemente continúa su viaje hacia la dignidad y la libertad. También allí encontramos felicidad, ya no solos en los paraderos del París-Marsella sino en el contacto cotidiano con mujeres, hombres y niños que miraban como nosotros hacia delante. Allí la Osita empezó a declinar, víctima de un mal que creímos pasajero porque en ella la voluntad de la vida era más fuerte que todos los pronósticos, y yo compartía su coraje como siempre compartí su luz, su sonrisa, su enamorada vivencia del sol, del mar y de la esperanza en un futuro más hermoso. Volvimos a París llenos de planes: terminar juntos el libro, dar sus derechos de autor al pueblo nicaragüense, vivir, vivir todavía más intensamente. Siguieron dos meses que nuestros amigos llenaron de cariño, dos meses en que rodeamos a la Osita de ternura y en que ella nos dio cada día ese valor que nos iba abandonando. La vi emprender su viaje solitario, donde yo no podía ya acompañarla, y el 2 de noviembre se me fue de entre las manos como un hilito de agua, sin aceptar que los demonios dijeran la última palabra, ella que tanto los había desafiado y combatido en estas páginas.

A ella le debo, como le debo lo mejor de mis últimos años, terminar solo este relato. Bien sé, Osita, que habrías hecho lo mismo si me hubiera tocado precederte en la partida, y que tu mano escribe, junto con la mía, estas últimas palabras en las que el dolor no es, no será nunca más fuerte que la vida que me enseñarte a vivir como acaso hemos llegado a mostrarlo en esta aventura que toca aquí a su término pero que sigue, sigue en nuestro dragón, sigue para siempre en nuestra autopista.